Revel the Movement

El Poder de la Música

Quiero empezar por aclarar que este no es un blog de datos científicos en el que te explico y cito uno a uno los poderes curativos de la música de acuerdo con tal y cual estudio. Aunque si los hay (los estudios) y está comprobado que la música aumenta la producción de  dopamina, disminuye el cortisol, en general nos hace sentir mejor y mejora nuestro estado de ánimo y nuestro cerebro funciona mejor cuando se encuentra bajo el encanto de la música. No, este no es un ensayo científico. Esta es una carta de amor. Una carta de amor dedicada a uno de mis más grandes amores, sin duda uno de los primeros y estoy segura que de los últimos, que es la música. Así es que voy a hablar desde el corazón y no desde la cabeza. Voy a hablar de lo que la música me hace sentir. La música es súper poderosa. Tu lo sabes, yo lo sé, ustedes lo saben, nosotros lo sabemos. ¿Por qué lo sabemos? ¿Porque estudiamos por años en el conservatorio? ¿Porque la materia de música es primordial en todas las escuelas? No. Lo sabemos porque todos hemos sentido ese poder, esa expansión, esa explosión dentro de nosotros al escuchar tal o cual melodía. Esa sensación que te agarra desprevenida y de repente y sin aviso te hace llorar, te hace gritar, te hace reír o te obliga a levantarte de donde estes y a bailar a su beat, o al menos a mover el hombro, la cabeza o tal vez el pie o los tres al mismo tiempo, de tal forma que tu cuerpo por un instante deja de ser tuyo y le pertenece al beat y a la música. TODOS LO HEMOS SENTIDO. De casi nada estoy segura en esta vida, pero de esto sí. Puedo asegurar, sin temor a equivocarme, que todos hemos sido premiados al menos una vez por un instante por ese hechizo.   La música es MAGIA. La música es MEDICINA. La música es CONEXIÓN. La música es UNIÓN. La música es AMOR. La música es la llave que abre hasta los corazones más cerrados y sana heridas que ninguna medicina puede curar. La música libera a tu alma de los calabozos de tu mente. La música hace que se nos olviden conceptos tan raros y absurdos como son la raza, las fronteras, los credos, las preferencias, los cultos y las afiliaciones. Para la música el único credo que importa es la conexión del cuerpo con el beat, y la conexión entre dos cuerpos o dos millones. La música transforma al mundo porque la música transforma a las personas. La música ama, se dirige y nos habla a todos por igual. Entonces yo me pregunto, ¿acaso no son éstos (el amor, la unión, la conexión) principios fundamentales que deberíamos seguir todos los seres humanos independientemente de nuestro credo, templo o religión de preferencia? Quiero comenzar una rebelión en donde día con día nos hagamos espacio para experimentar la música y todo su poder. Porque lo que el aire y el agua son para el cuerpo, la música es para el alma. Es mi más profundo deseo transmitirles clase a clase, semana a semana, el maravilloso poder de la música, la heroína de esta historia, en sincronía y combinación con el movimiento del cuerpo. Ojalá y logre transmitirles a través de la pantalla aunque sea un pedacito de este amor profundo que siento por la música y lo que la música me hace sentir, porque con que sientan un gramo de lo que yo siento la rebelión ha empezado. ¡Qué empiece la rebelión! Y como dice ABBA, ¡Gracias por la música! Con amor, Bea  

La magia del equilibrio y balance en el ejercicio

Hace un mes, aproximadamente, decidimos modificar el diseño semanal online para ofrecer a nuestra comunidad un programa mucho más integral de día a día, a efecto de que logren esa conexión con el cuerpo que se busca siempre en Revel. Esto surge desde la profunda convicción que tenemos de que dicha conexión es imposible de alcanzar sin las pausas y descansos necesarios independientemente del carril, nivel o estado de acondicionamiento físico en el que te encuentres. Peeeero, y ahí viene el pero, con mucha frustración nos hemos dado cuenta que la respuesta a este cambio es de mucha resistencia. Será que como dicen por ahí…¿somos hijas de la mala vida? ¿Ya nos tatuaron a base de madrazos la cultura del no pain no gain a tal grado que ni siquiera la cuestionamos? Es muy probable. ¿Pero qué creen? ¡Si existe otro camino! El placer, el gozo y el éxtasis que encontramos en el movimiento está a nuestro alcance, seas Advancer, Focuser, Beginner o apenas te estés decidiendo a empezar. Y lo único que tienes que hacer es darte la oportunidad de abrirte a las posibilidades y darte permiso de cuestionar tus viejas creencias. Si eres Advancer, necesitas darle esos espacios al cuerpo para aflojar, descansar y reagrupar, para que los días extenuantes de la semana (que créanme los hay) logres hackear y optimizar tu cuerpo y sus recursos al máximo sin quemarte. Si eres Focuser, necesitas encontrar ese punto de equilibrio entre el irte retando para construir cada vez más y el dejar que los músculos y fibras se relajen y descansen para que tu progreso no se vea afectado por la frustración, el burnout o peor aún, una lesión. Y ¡qué decir de nuestras Beginners adoradas!, para las que es absolutamente necesaria toda la atención, cariño y compasión para que sus cuerpos sigan moviéndose, tejiendo, construyendo y descubriendo ese placer en el movimiento. ¿Por qué creemos que tenemos que ir a mil por hora siempre? ¿Por qué nos cuesta tanto trabajo hacer pausa y respirar? ¿Por qué pensamos que tenemos que llevar al cuerpo a un agotamiento total, constante y continuo para obtener resultados? ¿Por qué el descanso está mal? ¿Por qué no podemos confiar en el cuerpo? ¿Por qué, a pesar de toda la evidencia en contrario, estamos convencidas que nuestro cuerpo se va a desmoronar si dejamos de pisar el acelerador? ¿A qué le tenemos miedo? ¿A sentir? ¿A engordar? ¿A aguadarnos? ¿A no ser suficientes? Puede ser que estemos un poco fuera de sintonía con nuestra frecuencia, pero no importa que tan fuera de sintonía estés, el mensaje del cuerpo siempre es el mismo: “Cuidame que yo te cuidaré”. Prendamos el switch, re-sintonicemos. Llegó la hora de leer el memo. Encontremos ese sweet spot en el que la armonía entre el esfuerzo y el descanso sea tan deliciosa, que no nos podamos imaginar alguna otra manera de movernos y de tratar a nuestro cuerpo, mente y espíritu.  Con amor, Bea  

El Gozo del Movimiento

Hace poco me preguntaron qué tipo de ejercicio recomendaba para determinados objetivos (físicos). Una pregunta aparentemente sencilla pero que me puso a pensar y con toda honestidad me complicó la existencia. Porque como decimos en REVEL, tenemos que “walk the talk”. La respuesta que en ese momento di y, que comparto aquí, fue la siguiente:  “Haz el ejercicio que te hace feliz, haz el ejercicio que hace tu cuerpo vibrar, que te saca una sonrisa antes de empezar y al terminar de hacerlo. Ese es y siempre será el ejercicio más eficiente.” En REVEL constantemente nos preguntamos, en una sociedad en la que el culto al cuerpo pareciera ir por encima de cualquier otro culto y lo que sobra son opciones ¿por qué es tan difícil ser constante? ¿por qué nos cuesta tanto trabajo cuidar de nuestro cuerpo cuando racionalmente sabemos que es bueno para nosotros? Porque la premisa es fallida, porque estamos destinados a fracasar si el objetivo es castigarnos, torturarnos, querer cambiar nuestra esencia. Hoy queremos proponerles algo radical, proponemos hacer ejercicio como una forma de honrar y celebrar nuestro cuerpo y proponemos mover el cuerpo por el puro gozo de hacerlo, como cuando éramos niños – sin contar calorías, kilogramos, centímetros, pasos dados. Hagámoslo porque el movimiento nos ofrece placer, identidad, un sentido de pertenencia, comunidad y esperanza. Nos permite reinventarnos e imaginar lo que es posible y hace que la conexión social, tan necesaria en estos momentos, sea más fácil. Las posibilidades – las características transformativas del movimiento – están ahí para cada uno de nosotros si estamos dispuestos a despertar y a rendirnos ante ellas, si ponemos atención a nuestras propias experiencias. Si aprendemos a escuchar nuestros cuerpos. No existe un único camino o receta, salvo el seguir tu propio gozo. Esa es la belleza del movimiento.  Y si buscas o necesitas una guía o un manual, es el siguiente: MUÉVETE. Como quieras, donde quieras, cuando quieras, en cualquier cantidad y de cualquier forma que te haga feliz. Mueve cualquier parte de tu cuerpo que se mueva, y hazlo con gratitud. Muévete solo, muévete en comunidad. Muévete en tu casa, muévete en un parque. Muévete al ritmo de la música o en silencio. Muévete física y emocionalmente, muévete de lugar y observa lo que se siente, porque cuando abrazas el significado metafórico del movimiento, literalmente sientes la fuerza inagotable y eternamente disponible que hay en ti.  Busca lugares, personas, comunidades que te inspiren y te hagan sentir bienvenido. Date permiso de hacer lo que se sienta bien y ríndete en ese abandono gozoso, porque al final del día, eso es REVEL. Bea @estaesbea

Acerca del Miedo

Últimamente he estado pensando mucho en el miedo, tal vez porque en los últimos meses ha sido mi fiel – aunque no tan bien recibido – compañero. En su libro Big Magic, Elizabeth Gilbert describe al miedo como un deshuesadero desolado a donde nuestros sueños se van a disecar y eventualmente morir bajo el sol. ¡Ouch! La paradoja es que la toma de riesgos (que nos lleva a vivir una vida más plena) y el miedo (que nos detiene de llevar una vida plena) siempre van de la mano, así es que entre más rápido entendamos la paradoja más fácil será coexistir con nuestro miedo sin dejar que tome el control de nuestras decisiones y por lo tanto de nuestras vidas. Siendo la palabra clave: COEXISTIR.  ¿Qué tal si en lugar de tratar de evadir, negar y evitar el miedo a toda costa aprendemos a reconocer su existencia y a actuar con todo el corazón de todas formas? Si lo analizamos detenidamente, el miedo es tremendamente aburrido. Nuestro miedo carece de profundidad, variedad, sustancia, textura. Siempre habla de lo mismo, siempre la misma cantaleta. Nunca cambia, nunca sorprende o deleita, nunca ofrece un giro sorpresivo o un final inesperado. Cuando el miedo es el personaje principal de la película ya sabemos cual va a ser el final y francamente es aburridísimo. Déjame contarte un secreto…TODOS los que nos hemos atrevido en algún momento de nuestras vidas a tomar un riesgo, a salirnos de nuestra zona de confort, a salirnos del camino pre-establecido, a romper con la norma, a cambiar lo que se suponía debíamos ser, a cuestionar el status quo – TODOS – estamos aterrados la mayor parte del tiempo, aunque no lo queramos admitir.  ¿No me crees? Aquí te dejo algunas de las miles de formas en las que normalmente se presenta: Tienes miedo de no tener talento.  Tienes miedo a ser rechazado, criticado, ridiculizado, malentendido o – peor aún – ignorado.  Tienes miedo de que no exista mercado para tu idea, y por lo tanto no vale la pena perseguirla.  Tienes miedo que alguien más ya lo hizo y mejor.  Tienes miedo a que alguien te robe tus ideas. Tienes miedo de que no te tomen en serio. Tienes miedo a que tu trabajo no sea suficientemente importante. Tienes miedo de que tus sueños sean vergonzosos. Tienes miedo a que tus esfuerzos sean una gigantesca pérdida de tiempo y dinero. Tienes miedo a no tener la disciplina necesaria. Tienes miedo al qué dirán. Tienes miedo porque no tienes las credenciales o estudios necesarios. Tienes miedo de ser demasiado viejo para empezar. Tienes miedo de ser demasiado joven para empezar. Tienes miedo, tienes miedo, tienes miedo… ¿Suena conocido? Demasiado diría yo. Como te decía ¡no estás solo y tu miedo no es original! a todos se nos presenta de la misma forma – te digo – A BU RRI DO. De hecho, nuestro miedo es probablemente la única característica 100% mundana dentro de nosotros. Tenemos personalidad, creatividad, sueños, perspectivas y aspiraciones que son originales. Pero nuestro miedo, pff, nuestro miedo es lo menos original de nosotros y sin embargo dejamos que gobierne nuestras vidas. Extraño ¿no? Lo que nos tenemos que preguntar es lo siguiente: ¿queremos construir nuestras vidas alrededor de la cosa más aburrida, sin gracia y tediosa que poseemos? ¿Queremos que nuestra vida gire alrededor de un reflejo de pánico de nuestra característica menos interesante? La respuesta – en mi caso – es un rotundo NO. “Argue for your limitations and you get to keep them” dicen por ahí. Mi propuesta es que seamos valientes. Y ser valiente no significa vivir sin miedo…todo lo contrario. En mi opinión, el primer y más real y crudo acto de valentía es admitir que tenemos miedo y actuar A PESAR del mismo. Eso es ser valiente. Aventarte el clavado a lo desconocido, sin saber que hay o que te espera más allá, sabiendo que probablemente fracases, que al mundo no le guste, que defraudarás a muchos y admitiendo que todo lo anterior te aterra…eso es ser valiente. Sin esa valentía, nunca seremos capaces de descubrir el alcance desmedido de nuestras habilidades. Sin valentía, nunca conoceremos el mundo de la forma tan rica en la que desea ser conocido. Sin valentía, nuestras vidas permanecerán pequeñas. Vivamos una vida que sea impulsada y motivada por la curiosidad y no por el miedo. Una vida amplificada, grandiosa, expandida, definitivamente una vida mucho más interesante. Como conclusión, el miedo sirve para muchas cosas en la vida, pero no para vivir una vida plena. Pero no porque no lo necesites significa que no va a aparecer. Tu miedo siempre será detonado por tu creatividad y cada vez que decidas tomar un riesgo, porque la creatividad y los riesgos te piden que entres al reino de lo desconocido y lo incierto, y no hay nada que el miedo deteste más que la incertidumbre. Reconoce que va a venir, invitalo a pasar, incluso a opinar, pero nunca a escoger la ruta. Y de ser posible que la mente y el miedo no se dirijan la palabra. Y así es como te encaminas – tu con tu creatividad, tu curiosidad, tus riesgos y tu miedo – hombro a hombro para siempre, rumbo al aterrador pero maravilloso reino de los resultados desconocidos donde toda la magia sucede. Con amor, Bea      

Deconstruyendo el Burpee

Exactamente a un año de la concepción de Revel sentí que era buen momento de hacer pausa y reflexionar sobre el camino recorrido. Desde que se sembró la semilla hasta lo que es Revel al día de hoy y hacia donde queremos seguir caminando. Y tomando clase el otro día, y más específicamente haciendo el Burpee, tuve una revelación que quiero compartir aquí con ustedes.  Volteando hacia atrás me pareció increíble que lo que hace un año era un concepto totalmente abstracto, hoy lo viera materializado conmigo dentro de una pantalla. Me parece surreal y me cuesta trabajo envolver mi cabeza alrededor de eso, no me la creo. Entonces me puse a platicar con Ale y me decía “es que así se hacen los grandes proyectos, vas haciendo pequeñas cosas, vas dando pequeños pasos y de pronto sin darte cuenta estás tomando tu propia clase en una pantalla”. Que locura ¿no? Y qué belleza la simplicidad. Si has hecho clase de Revel ya lo sabes, pero para los que no hayan tenido oportunidad de probarla, el Burpee es parte catártica de la clase. Es tan largo e intenso y te lleva a tal límite físico y emocional que la única forma de lograrlo (como lo comprobé el otro día) es yendo poco a poco, de menos a más y poniendo un pie delante del otro sin pensar que pasa más allá de cada paso que das y cuando te das cuenta llevas 9 minutos de Burpees. Así como los sueños, construimos el Burpee en Revel. Tal vez por este año y estos pequeños logros es que últimamente traigo un love affair con el Burpee y me he sensibilizado de cómo nos cuesta trabajo materializar un sueño y echar a andar un proyecto. Pensamos en el producto final y lo vemos tan lejano y tan difícil que nos desmotivamos por los miles de obstáculos que hay en el camino, cuando la realidad es que lo único que tenemos que hacer es arrancar, dar el primer paso, ir resolviendo cosa por cosa y confiar en que nuestra pasión, nuestro esfuerzo y trabajo van a rendir frutos y que construir un sueño lleva tiempo. Así se construye. Piensa en esto la próxima vez que hagas tu Burpee y la próxima vez que tengas un sueño. Con mucho mucho amor y agradecimiento, Bea

El Momento de Audio

Todos lo hemos vivido. Tal vez no le habías puesto nombre, pero estoy segura que conforme vayas leyendo este post vas a asentir y seguramente a sonreír porque vas a saber exactamente de lo que estoy hablando. El Momento de Audio…ese instante de TOTAL ABSORCIÓN. Es cuando estás escuchando una canción y de pronto te envuelves en y con la música y te das cuenta que de alguna manera has sido transportado a otro lugar y, que estás experimentando y sintiendo partes de ti que ni siquiera sabías que eran tuyas. Es el momento de inmersión absoluta en ese beat, ese ritmo, esa melodía, en el que todos tus sentidos se agudizan, tu cuerpo se prende y puedes sentir literalmente la electricidad correr por tus venas. Beat, beat, beat. Y cierras los ojos y el mundo exterior desaparece y solo estás tú y esa canción. Beat, beat, beat. Se borran las fronteras físicas y la música se funde en ti y tu en ella. Te enchufas. Beat, beat, beat. Tu corazón late al ritmo de la canción, y pareciera que tus movimientos cobran vida propia. Sinergia y sincronía. Beat, beat, beat. Piel de gallina. Magia. Placer. Beat, beat, beat. Y quieres llorar. Y quieres reir. Beat, beat, beat. Quieres explotar. Beat, beat, beat. Orgasmo. Y por favor, por favor, por favor dios mío, que a nadie se le ocurra hablarme en este momento y sacarme de este trance… ¿A qué si sabes de lo que hablo? ¿Y la mejor noticia? El Momento de Audio no discrimina edades, sexos, religiones, preferencias, si tienes un ritmazo o si lo estás buscando y sobre todo, no juzga tus gustos musicales, bien se aparece en una cumbia como en las Cuatro Estaciones de Vivaldi. ¡Así que amantes de Maluma, despreocúpense! Así que en cuanto acabes de leer este post (no te esperes), en donde sea que te encuentres, busca esa rolita (la mía en este preciso momento: Sleep, For the Weak! de Lost Frequencies…por si necesitas tomar una prestada), ponla a todo volumen, cierra los ojos y déjate absorber. ¡Y te deseo este y millones de Momentos de Audio más! Bea  

De Untamed…

¿Por qué a las mujeres nos parece honorable desestimarnos a nosotras mismas? ¿Por qué hemos decidido que negarnos lo que más deseamos es lo responsable por hacer? ¿Por qué creemos que lo que nos emociona y llena lastimará a nuestra gente? ¿Por qué desconfiamos de nosotras tan absolutamente? Cuando somos niñas, nuestras familias, maestros, y compañeros insisten que nuestras voces altas, opiniones audaces y atrevidas, y fuertes sentimientos son “demasiado” e “impropios de una dama”, así que aprendemos a desconfiar de nuestras personalidades. Los cuentos de niños nos aseguran que las niñas que se atreven a salir del camino marcado y a explorar son atacadas por lobos feroces y pinchadas por espinas mortales, así que aprendemos a desconfiar de nuestra curiosidad. La industria de belleza nos convence día a día que nuestros muslos, caderas, piel, uñas, labios, chinos, pestañas, pelo en las piernas, arrugas, son repulsivos y deben ser cubiertos, eliminados o manipulados, así que aprendemos a desconfiar de los cuerpos que habitamos. La cultura de dieta nos promete que controlar nuestro apetito es la llave a nuestro valor, así que aprendemos a desconfiar de nuestra propia hambre. ¿Cuántas veces no hemos oído (de hombres Y mujeres): “No es que un hombre borracho se vea bien, peeeeero en una mujer es inaceptable!”? No nacemos desconfiando y temiendo de nosotras mismas. Eso es parte de nuestro condicionamiento y domesticación. Nos enseñaron a creer que quienes somos en nuestro estado natural es malo y peligroso. Nos convencieron de tener miedo de nosotras mismas. Así que no honramos nuestros cuerpos, curiosidades, apetitos, juicios, experiencia, o ambición. ¿Y por qué? Pues porque nuestra cultura se construyó sobre y se beneficia del control de la mujer. Pero lo que el mundo más necesita son masas y masas de mujeres que estén total y absolutamente fuera de control. ¿Y qué podemos hacer al respecto? No es fácil romper con patrones, líneas de pensamiento, filosofías de vida, estereotipos, estándares sembrados hace tantos y tantos años que ni siquiera somos conscientes de ellos. Lo que es más, en muchos casos, las personas que nos los enseñaron tampoco fueron conscientes ni se lo cuestionaron, simplemente repitieron lo que a ellos a su vez les enseñaron. Así que se me ocurre empezar por ahí, por cuestionarnos absolutamente todo y que lo hagamos en voz alta, por muy poco propio de una dama que eso parezca. Cuestionemos los cuentos de hadas. Cuestionemos los estándares de belleza. Cuestionemos a las figuras de autoridad. Cuestionemos a nuestras parejas. Cuestionemos todo aquello que considerábamos incuestionable. Cuestionemos lo que nos enseñaron nuestros padres antes de ir a enseñarles lo mismo a nuestros hijos. Y no, eso no nos hace desleales, malagradecidos, ingratos y malos hijos. Al contrario, de esa forma honramos sus enseñanzas y las hacemos nuestras. Cuestionando, razonando y decidiendo por nosotras mismas. Enseñemos, no solo a nuestras hijas sino también a nuestros hijos, a cuestionarse todo. Si, TODO, incluyendo lo que nosotros les decimos y enseñamos, y sobre todo, permitamos ser cuestionadas por ellos que son grandes maestros. Cambiemos el “porque lo digo yo que soy tu madre”, por un “es una buena pregunta para la que no tengo respuesta, deja lo pienso y te resuelvo más tarde”. Con amor, Bea

Vivir con Todo el Corazón

¿Cómo aprender a vivir y amar con todo el corazón? ¿Cómo abrazar la imperfección? ¿Cómo dejamos ir la persona que creemos que debemos ser y abrazamos a quien realmente somos? Según Brené Brown, la autora de nuestro libro del mes “Los Dones de la Imperfección”, la única manera de vivir con todo el corazón es cultivando precisamente los dones de la imperfección, que son la valentía, la compasión y la conexión. No sabía bien cómo abordar el tema y se me ocurrió hacerlo desde mi propia experiencia, ya que al final es lo más valioso que tengo para ofrecer. Aquí mis tres centavos: Para mi, el viaje hacia una vida de todo corazón (que empecé a emprender hace unos tres años), es como tratar de llegar de Tecamachalco a Chalma de Guadalupe por primera vez en tu vida circa 1997 con una Guía Roji (que no sabes usar pero tus papás insistieron), tanque medio lleno, una Ladatel, $200 en la cartera y en un coche de velocidades que aprendiste a manejar antier. Y te lanzas nerviosa pero feliz de haberte animado y como que te la empiezas a creer y vas manejando encantada de la vida cantando y celebrando los grandes momentos de tu increíble vida solo para darte cuenta horas después que estabas yendo exactamente en la dirección opuesta y que ya te perdiste. Y se empieza a ir todo un poco al caño, no completamente, solo un poco, todavía crees estar en control de la situación, estás segura que fue una vuelta equivocada y que en dos cuadras vuelves al camino que ya te sabes, no necesitas pedir ayuda, reconoces todavía algunas calles, sigues dando vueltas y ahora si, ¡completamente al caño! Es un hecho de la historia, no tienes la menor idea en dónde estás. Estás en barrios desconocidos, oscuros y aterradores y te arrepientes por sobre todas las cosas de haber ignorado a tu papá mientras te trataba de explicar cómo llegar. Pierdes la fe, la paciencia, el cool. Sientes miedo, frustración. No hay por dónde. Das vueltas en círculos. Topas con pared. Llega el punto de quiebre y te sueltas a llorar en el volante (si no lo hay, estás más perdida que nunca…créeme), tu increíble vida ya no se ve tan increíble y todo el vigor y la emoción y la energía con la que te subiste al coche se empieza a desvanecer y viene el desmorone ahora sí en serio. Y por supuesto que en ese momento es cuando llega una subida con tráfico y claro que se te ahoga el coche, porque acuérdate que aprendiste hace una semana a manejar velocidades y la confianza en ti…pérame…¿cuáal confianza en ti?, y la cola interminable de coches atrás en hora pico no te dejarán olvidar lo inadecuada que eres. Y te confirman la mala idea tuviste de creer en tí y, ¡¿en qué maldito momento se te ocurrió creer que podías hacerlo?! Es obvio que era mala idea y lo sabías, ya te lo habían dicho. Los claxons solo te lo confirman. Pero de pronto respiras, vuelves a ti, re-agrupas, re-evalúas tus opciones (porque siempre hay opciones), apagas los claxons y las mentadas de madre y los insultos y te acuerdas que si le pusiste atención al profesor de manejo…freno, clutch, meto primera, suelto clutch, suelto freno, piso acelerador… y que si estabas medio pelando a tu papá cuando te explicaba la diferencia entre el Periférico Norte y el Eje 6 y sobre todo te acuerdas que siempre está la fabulosa y fácil opción de bajar la ventana y pedir ayuda las veces que sean necesarias porque a veces eso es lo único que se requiere…bajar la ventana y pedir ayuda. Algunos te ayudarán, otros no tanto, no importa, lo que importa es que aprendiste a pedir ayuda. En pocas palabras, te acuerdas que traes la bolsa retacada de herramientas y que si eres capaz de hacer cosas difíciles y que tenías razón al confiar en ti y que si el señor de atrás, opina que eres una tarada que no debería estar manejando, ese es problema del señor de atrás, no tuyo y te repites que estás aprendiendo a manejar y que se te va a apagar el coche esta y varias veces más y que no pasa nada y de pronto…vuelta a la derecha y, aleluyaaaaaaaa, ¡Periférico! Y no es que con esta ya sepas llegar a todos lados y te las sepas de todas todas, todo lo contrario, pero vas acumulando lecciones y aprendizajes a través de la práctica, y así, en tu siguiente trayecto ¿cometerás errores? ¡Seguro! Pero no serán los mismos. Esta vez bajarás la ventana desde el principio… Con mucho amor, Bea