Revel the Movement

Soltar el Miedo y Confiar…Mi camino de Sanación

Bueno pues ahora las REVELS me pidieron que cuente mi historia, como si bailar libremente sin una gota de alcohol no fuera suficiente, ahora me piden que escriba…. Y pues que escribooo!! Porque como bien hemos aprendido, en la incomodidad hay grandes transformaciones. Y esta es mi historia de transformación!! Empieza cuando yo tenia 14 años, voy de camino a la escuela, con mi hermana Sally de 13 años y 3 coches se nos cierran, bajan hombres armados y encapuchados y con la pistola apuntando hacia nosotras, nos cambian de coche y nos llevan a lo que seria de los días mas difíciles de mi vida. Fueron 43 larguisimisimos días, que al día de hoy no entiendo cómo lo aguantamos. Los primeros dos días nos tuvieron en una cama (JUNTAS, BENDITO DIOS SIEMPRE JUNTAS) con los ojos vendados. Luego nos hicieron un UP GRADE a un colchón individual cubierto con una manta y una tele. OHHH Bendita TELE, Vimos tantas y tantas horas de tele que no esta escrito. Ahí estábamos adormeciendo la mente, un regalo de Dios como hoy lo puedo ver. Jugábamos turista, barajas y la ansiedad que sentíamos la teníamos también muy bien atendida. TODO EL DIA TRAGABAMOS!!! Chocolates, refrescos, papas, tortas, lo que pidiéramos había, cuento esto para que entendamos cómo en la peor de las situaciones, estaba la mano de DIOS en todo, estábamos muy bien cuidadas y eso lo sentíamos casi todo el tiempo. Sabíamos que TODO iba a estar bien! Y esta fue la historia que nos contamos junto con toda mi familia. Nos regresaron “BIEN” después de 43 días y nos empezó un largo y profundo viaje, para sanar las heridas que nos había dejado el suceso. La principal cualidad que adoptamos después de esto fue la GRATITUD. Gratitud por las cosas mas sencillas, por un baño caliente, por dormir en mi cama, por estar de nuevo con mi familia, y por que mi hermana y yo  JUNTAS estuviéramos vivitas y coleando!! Me considero una persona que busca la felicidad, busca la alegría, busca tocar y transformar vidas de otras personas (desde mi rincón, se hace lo que se puede) y Gracias a DIOS la he encontrado, en mi hermosa familia, mi esposo, el mejor acompañante que Dios me pudo mandar para este viaje, mis 4 hijos, mis mas grandes maestros y por una conexión profunda y sincera con Dios. Pero llegar aquí no ha sido nada fácil, por que el suceso mencionada me dejo con una cantidad de miedos que ni les platico, monstruos enormes que invadían mi vida. Con el tiempo, la compasión, el amor, confianza en mí misma y muchísimo trabajo personal y espiritual, he logrado ir convirtiéndolo en un mini monstruo. Cuando les digo que todo me daba miedo, era todo, cada embarazo creía que terminaría en aborto, cada nacimiento en una tragedia, cada paso en un tropiezo. Pero para mi sorpresa mi vida no ha sido así, la vida o Dios ha sido siempre mucho mas fuerte y maravillosa que mis pensamientos. ME llego el día en que me dije…. YO ya aquí no VIVO. En una mente llena de miedos, con falta de confianza, falta de fe auténtica,  AQUÍ YA NO QUEPO!! Y cambié mi historia hace justo 1 año. Y entendí que UNO decide si alimenta el miedo o alimenta el AMOR! (Y aquí ya se puso muy HIPPIE jaja!!) Se volvió un trabajo de TODOS los días con subidas y bajadas en un camino de regresar al amor. Los miedos siguen regresando, aparecen más de lo que me gustaría decir pero decido soltarlos a alguien mas fuerte y mas poderosa que yo!! Porque si…. a estas alturas de verdad ya me di cuenta que no controlamos nada. Entonces aquí me tienen todos los días decidiendo CONFIAR, SOLTAR, VER POR EL OTRO y caminar agarrada de la mano de Dios y por donde me quiera llevar. Y me siento bien!! Los invito a probarlo jajaja!! Pero a darle que no hay de otra!! Que aquí estamos todos juntos en esto! No me voy sin antes agradecer a REVEL por acompañarme en este año completamente transformador para mí.  Sin duda llegaron cuando tenían que llegar!! GRACIAS!! Con mucho cariño y miedo LUCY GALANTE        

Gordofobia

A veces no es fácil dar un testimonio cuando de nuestros hijos se trata. Por años he guardado con cautela parte la historia de mi vida que involucra a mi hija, pues aunque fue desde su vivencia que inicié mi transformación, he sido prudente en no abrirme por completo a los motivos que me llevaron de pasar de una práctica salutista casi inflexible, a volverme una aliada que lucha activamente por la diversidad e inclusión corporal. Pero ahora ya estoy lista y además tengo el permiso de mi niña para compartir esto. Cuando mi niña cumplió 8 años notamos que su cuerpo empezaba a crecer y en pocos meses cambió dos veces de talla. Una parte en mí decía “está creciendo” pero otra parte tocaba con el peor de mis miedos: el terror a engordar. La visita regular al pediatra me generó dudas y a ella la desconcertó pues le hablaba de “no comer galletas ni tomar refrescos” y vamos, en casa no había ni azúcar blanca ¿cómo iba a haber refrescos? ¡Por favor! Si encima de todo yo era Health Coach… y con una culpa arrastrada empecé a buscar caminos para “solucionar” un problema que me pesaba y empezaba a rebasarme. Toda la alimentación que ofrecía en casa pasaba por un riguroso escrutinio. Era experta en clasificar orgánicos, grass fed, sin pesticidas, sin colorantes, ingredientes que pudiera leer, no procesados, no transgénicos, sin GMO… y la lista de exigencias era interminable al grado de llegar a un restaurante y mirar el menú con un miedo profundo por no conocer el origen de los alimentos. No lo sabía pero tenía un TCA (trastorno de la conducta alimentaria) y además era dietante crónica. Mi obsesión por la delgadez me llevó a pasar por todas las dietas conocidas, por un sin fin de nutriólogas, por sacrificios a la hora de comer que me tenían desconectada y encadenada. Así por años. Me vi de frente ante la imposibilidad de “controlar” el crecimiento del cuerpo de mi hija y recurrí a un par de métodos para iniciarla en buscar “reducir” su tamaño. Me decía: “no es ponerla a dieta es enseñarle a comer”. Una vez me dijo ¿ma estoy enferma? ¿Hay algo mal con mi cuerpo? Y mi respuesta fue: no mi amor, ¡tu eres preciosa! (Una respuesta que se que no cabe, pero para la cual en ese momento no estaba preparada) Mi hija simplemente se rebeló y en las dos ocasiones que la llevé con profesionales de la salud para que “la ayudaran” me dijo: “no quiero volver”. Impotencia, frustración, enojo, culpa y todo esto sentía yo: ¿cómo iba a solucionar este problema? Entonces llego una publicidad de una charla sobre imagen corporal en los hijos y me llamó la atención. La daba Raquel Lobatón, una nutrióloga que yo conocía de años atrás. Ese día, 8 de marzo de 2019 mi vida cambió para siempre. Recuerdo que no paré de llorar. Cada palabra que decía Raquel, atravesaba mi cuerpo. Nunca había reconocido el dolor de odiarme tanto. No sabía que llevaba una vida en guerra contra mí misma. Y peor aún, había declarado territorio hostil el cuerpo de mi hija. ¡Cuánto se movió! y las puertas se abrieron hacia un camino que sigo transitando en defensa de la aceptación de la diversidad, en la búsqueda al respeto de todos los tamaños de cuerpo. Escuché por primera vez la palabra Gordofobia y desde ese día empecé a desarrollar el radar antigordófobo. Transitar el dolor del cambio no fue fácil pero mi camino se empezó a abrir hacia la conciencia y empecé un formación en crianza consciente. En estos tiempos perdí a mi compañero de vida y padre de mis hijos. Con más pena encima sabía que necesitaba mirar a mis hijos como los seres completos que son, necesitaba sanar mis heridas, entender el dolor, abrazarme fuerte, darme permiso. ¡Qué liberador resulta empezar a conocer el significado de amor incondicional! Empezar a reconciliarme y adentrarme cada vez más en la lucha. Escuchar otras voces, abrir espacios y sobretodo, acompañar a mi hija desde ese amor que empezaba a invadirme. Así ya han sido 3 años y con ellos un enorme aprendizaje. Esta es una historia de amor, es poder ver en un espejo mi propio dolor y abrazarlo y cuidarlo, es decir a la niña que fui que todo está bien y mirar a la madre que soy como una mujer fuerte, que sigue aprendiendo y que ve al amor como la fuerza más poderosa del universo. Gaby Pezet