Imagina tu vida por un segundo, rememora el amor que sientes por el amor de tu vida, por el padre o la madre de tus hijos, por tu novia o novio, por la persona con quien despiertas cada mañana y te hace vibrar, sentir segur@ y con quien tienes un plan de vida prometedor y hermoso; piensa en los hijos que tienes fruto de ese amor, en la felicidad que te provoca tu familia, tu hogar.
Y ahora imagina que a ese amor que es tu vida entera lo llaman enfermo, perverso, anormal, pecado; trata de sentir lo que sentirías si te dijeran que todo lo que tú eres y representas no es normal y no está bien, que tú y tu pareja no se merecen tener derechos ni de expresarse libremente en las calles, ni de casarse, ni de tener hijos, ni de ser, ni de pertenecer.
Peor aún, imagina que hay lugares en donde te golpearían furiosamente por ser quien eres, lugares en donde te matarían violentamente por amar a quien amas; pueblos, ciudades en donde te violarían para castigarte, para enseñarte una lección de a quien y como sí debes de amar; países en donde te encarcelan e incluso te dan pena de muerte como si fueras un asesino, un delincuente e incluso sociedades en pleno 2021 en donde te dan choques eléctricos o encuentros sexuales no deseados como “terapia” de conversión.
Y todo esto, porque lo que tú eres y a quien tu amas, en sus ojos no está bien.
Imagina que para poder sobrevivir y medianamente ser feliz, te niegas a ti mismo, te escondes, vives como un apestado, te fuerzas a querer a alguien con quien no eres feliz o que no llena tus necesidades afectivas y sexuales. ¿Qué clase de vida puede crear alguien desde la autonegación y el miedo?
Eso no es vida.
Lo triste es que hay muchas personas viviendo vidas así, sólo por tu intolerancia, la mía y la de una sociedad que parece que necesita controlarlo todo, hasta como aman los demás, para garantizar que todo obedece a la misma norma y nada sale de ella.
¿Cómo sería vivir una vida en la que te dijeran que todo lo que eres está equivocado y que si quieres pertenecer a tu familia, a tu sociedad tienes que ser lo que ellos quieren, lo que a ellos no les asusta o si no te ciñes a sus reglas tienes que desaparecer?
Pues esa es la realidad de nuestra comunidad, unos con más privilegios, otros con menos, pero todos enfrentados a una sombría realidad de tener que vivir a la sombra, escondidos, avergonzados por la vergüenza de alguien más, por la culpa y el miedo de alguien más, por la falta de amor de muchos más.
Normalizamos la violencia en los juegos de los niños, en las series y películas que vemos, normalizamos la violencia de nuestros ejércitos, de nuestras guerras, pero, ¿cuándo vemos una manifestación de amor la atacamos?
¿Qué clase de humanidad enferma y desconectada del Amor somos? Celebramos y apoyamos todo aquello que apunta a la destrucción pero lo que sea amor lo aplastamos. ¿Tanto miedo tenemos del amor?
Por eso marchamos. Marchamos por el amor.
Salimos a marchar para decir: yo sí siento orgullo de mí, de mi forma de ser, de mi manera de amar; no hay nada vergonzoso en mí ni mi existencia, no estamos enfermos, no somos perversos, nuestras vidas valen lo mismo que tu vida, nuestro amor y nuestros hijos son tan nobles como los tuyos, somos seres humanos como tú, no de segunda ni de tercera clase, sino iguales que tú, pagamos los mismos impuestos así que merecemos los mismos derechos y por encima de todo: merecemos dar y recibir amor, igual que tú, igual que todos. Igual.
Jannette Chao – Cantante y compositora
@jannettechao